VAN GOGH: EN LA PUERTA DE LA ETERNIDAD de Julián Schnabel
UNA VIDA Y SU TRASCENDENCIA
Julían Schnabel, el notable
pintor y director norteamericano, vuelve al cine con una obra tan ambiciosa
como lograda basada en la vida del pintor holandés Vincent Van Gogh
(1853-1890).
Como en sus obras anteriores, Schnabel vuelve
a mostrar un delicado equilibrio entre su forma de contar y el contenido de lo
contado. Sus personajes principales siempre están basados en personas reales,
en su mayoría artistas cuya experiencia vale la pena analizar y discutir. Su
debut cinematográfico, “Basquiat” (1996), está basada en la tumultuosa vida del
contemporáneo pintor americano de raza negra Jean-Michel Basquiat, gran cultor
del grafismo gestual. “Antes que Anochezca” (2000), en el periplo neoyorquino
del escritor cubano Reinaldo Arenas, quien brillara en el realismo mágico y el
anticastrismo. La Escafandra y la Mariposa (2007), se concentra en la convalecencia
de Jean Dominique Bauby, periodista y editor de la revista francesa Elle, que
sufre un infarto cerebral que lo deja hemipléjico pero conservando la capacidad
de expresión a través del movimiento de su ojo izquierdo, y Miral (2010), retrata
a una niña que se vuelve mujer en un orfanato de refugiados que se enamora de
un militante palestino que la pone en el dilema de participar de la lucha por
la libertad de su pueblo o elegir la educación como camino para el logro de la
paz.
Ahora su mirada se posa
sobre un pintor impresionista del siglo XIX, Vincent Van Gogh, donde retrata a
un hombre en su mediana edad, que acaba de ser dado de alta de un nosocomio de
enfermos mentales. Lo pinta como un hombre común, un amante de la naturaleza,
que quiere captarla con sus pinceles tal cual la percibe: llena de color y
movimiento. Lejos del clasicismo de los pintores florentinos y holandeses, Van
Gogh no es un retratista sino un paisajista. Por esa razón, no es valorado en
vida. Su pintura, carece de interés pero marcará una nueva tendencia. Su fama
llegará mucho después de su muerte.
Schnabel no está interesado
en filmar una película más sobre el famoso pintor. Por el contrario, su
búsqueda se concentra en el sentido de la trascendencia de alguien que parece
no destacar y que sin embargo está creando una de las obras pictóricas más importantes
que ha dado la humanidad. Hacia la mitad de la película, una línea de dialogo pone
en boca de Van Gogh la siguiente frase: “Tal vez Dios eligió un tiempo equivocado para mí. Quizás, el don que me dio para
pintar sea para que disfruten personas que aún no han
nacido”.
Esa frase en boca de un
pintor al borde del fracaso, es también la aceptación de un mandato divino en
el cual existe la esperanza de un futuro en alguien consciente de sus valores y
de su obra, pero que resulta un hombre fuera de la época que le toca vivir, y
que inconscientemente acepta que si bien no recibirá en vida reconocimiento
alguno, su pintura lo trascenderá y lo colocará en un lugar en la historia del
arte, incluso como uno de los máximos exponentes del post impresionismo, aunque
en vida solo haya generado fama de pintor maldito.
Pero este no es el único
punto de vista que propone Schnabel. También rescata y recrea la relación de
Van Gogh con el pintor francés Paul Gauguin. Un encuentro en Arlés, en el sur
de Francia generado por su hermano Theo, quien manejaba como merchant la obra
de ambos fue el factor desencadenante de una relación compleja. Compartieron 9
semanas en las que los pintores intercambiaron
telas e ideas, trabajaron sin descanso, encontrándose y desencontrándose. La película,
además, sugiere la existencia de una relación de tipo homosexual entre ambos.
Por otra parte, se dice también que Van Gogh, presintiendo la separación, desesperado
se cortó una oreja.
Lo cierto es que ambos
dejaron una huella profunda en la historia del arte. En el film, Van Gogh aparece como un poseso. Abordaba el arte como
una religión. La pintura lo liberaba. Gauguin, en cambio, no se le parecía aunque
admiraba la pintura de su amigo. Su viaje a Arlés solo tuvo un objetivo
vacacional. Buscaba allí un paraíso soleado que lo acercara a su pasado en Tahití.
La película no profundiza en la relación entre ambos, aunque deja presentir el momento
bisagra que ambos están protagonizando, el cambio profundo que ambos generarán
en la historia del arte.
Sus diferencias profundas hacían imposible su
convivencia. El idilio creativo que generaron terminó penosamente con el corte
famoso de la oreja de Van Gogh. Gauguin, por otro lado, no soportaba los
delirios creativos de su amigo. Solo deseaba seguir su búsqueda, su viaje. No
podía mantener el compromiso artístico y moral de su amigo.
En el film, este segundo
aspecto de la relación entre ambos no alcanza la trascendencia que le adjudica
la propia historia. Sin duda, los aspectos más destacables de la película se
concentran en la figura de Van Gogh, y particularmente en el énfasis puesto en
la descripción de su humildad creativa, su capacidad de trabajo, su
preocupación sobre su futuro y sobretodo, por la incertidumbre de la aceptación
de su obra.
Posiblemente el film no esté
a la altura de sus mejores obras. No obstante ello, es un film que aporta una
mirada diferente sobre el genio del pintor y su época, en la que tiene mucho
que ver la actuación de Willem Dafoe, que llena de humanidad a la figura del
pintor, tornando la figura de un genio en un simple ser de carne y hueso obsesionado
por la pintura.
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