LA LEJANIA DEL AFECTO
Estamos ante una nueva película del director finlandés Klaus
Harö, de quien hace 2 años pudimos apreciar su notable El Esgrimista, un film
que transcurría durante la 2da Guerra Mundial, donde se podía observar la
pulcritud formal y el clasicismo en la forma de narrar de este cineasta que ya cuenta
con un total de 6 largometrajes.
En su nueva obra, El Artista Anónimo, el director finlandés,
vuelve a dar constancias de sus destrezas narrativas abordando una historia de
características lineales en la que su protagonista, Olavi, un hombre mayor, es un
viudo solitario que vive alejado de sus afectos, un comerciante cuya obsesión
es el arte y en particular, una pintura anónima que él cree pudo haber sido
hecha por un pintor renacentista.
En un marco de encierro, representado por el decadente local
comercial del propio Olavi, donde el anciano pasa la mayor parte de las horas
del día tratando de ordenar bastidores y cuadros, aparece sorpresivamente la
solicitud de ayuda de su hija para que su nieto Otto haga tareas de reinserción
social ordenadas por un juez como consecuencia de su mal comportamiento escolar.
El adolescente pasará una temporada de trabajo en el negocio de su abuelo
ayudándolo en tareas básicas.
Ese encuentro entre el abuelo y su nieto adolecente será un
magnifico disparador de la confrontación de dos mundos contrapuestos: el de un
hombre anciano, viudo y solitario, ensimismado en cuestiones de arte y
obsesionado por una pintura, con el de un joven adolescente, algo iracundo, libre
de ataduras, y abierto a la experiencia. Esta polaridad generará la necesidad
de una mutua comprensión: respeto, orden, disciplina.
La película puede ser vista como una reunión de opuestos.
Un encuentro entre la juventud y la vejez, entre la energía y el entusiasmo de uno
y el gusto y la pasión por el arte del otro, que iniiciará una búsqueda donde
el pragmatismo del joven inexperto abrirá el camino hacia la apertura del
encierro intelectual del abuelo liberándolo de todo prejuicio.
Es un film que también nos habla de la responsabilidad
individual donde no importa la edad ni el sexo ni el color de la persona, sino
el hacerse cargo, tanto de sí mismo como de las consecuencias de sus actos. Sobrevuela
en el film una idea de culpabilidad.
Lo que al principio parece será la descripción del proceso
de crecimiento de un adolescente, se transformará entonces en la búsqueda de
perdón de un hombre mayor, de aprovechar la oportunidad de una salida de
alguien que ha vivido ensimismado, encerrado en su mundo intelectual
obsesionado por una pintura cuyo autor desconoce.
Esa necesidad de restablecer vínculos familiares está
siempre latente en el film, lleva implícita, incluso, una búsqueda de redención
y en consecuencia, una reconciliación que el protagonista trata buscando comprar
barato una pintura que considera una obra de arte cuyo valor es imposible de calcular.
No obstante ello, en la resolución propuesta existe un
sentido materialista que pareciera colisionar con la espiritualidad que
necesita la recomposición de la relación familiar, incluso más allá de los vínculos
sanguíneos, para dar lugar a la construcción de una relación familiar firme y
duradera basada en afectos sólidos y estables.
No estamos ante una obra trascendental, pero si estamos
ante una película cuyos valores artísticos son destacables. En ese sentido,
tanto la actuación de Heikki Nousiainen como Olavi y Amos Brotheurs son
estupendas comoasi también la música de Matty Bye y especialmente la fotografía
de Tuomo Hutri.
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