martes, 21 de mayo de 2019

ENTRE LA RAZÓN Y LA LOCURA de P.B. Sherman

DOS HOMBRES Y UN DICCIONARIO

Esta película es la historia de la redacción del Diccionario Inglés Oxford, publicado por primera vez en 1884, el cual es considerado como el más completo y erudito de la lengua inglesa (e incluso de todas las lenguas), el cual sigue publicándose hoy en día con las actualizaciones correspondientes.

Estamos también ante la narración de una empresa casi imposible, la de una recopilación de palabras a lo largo y a lo ancho del Reino Unido durante 70 años, considerando a la vez, las diversas acepciones de las palabras a través de los distintos territorios ocupados por el mismo.

Vayamos hacia atrás, a mediados del siglo XIX. El film comienza con la búsqueda de un recopilador, y su elección recae en James A. H. Murray (Mel Gibson), un hombre con escolarización limitada pero de un gran espíritu emprendedor.  Iniciado el trabajo, recibe una ayuda inesperada, la del Dr. William Minor (Sean Penn), un militar americano enfermo de esquizofrenia, que vivía internado en el Broadmoor Criminal Lunatic Asylum, un hospicio para enfermos mentales.

Para James Murray es la oportunidad de acceder a un trabajo digno toda vez que cuando aparece el aviso esta desocupado. Pero para William Minor, su colaboración responde a un espíritu totalmente altruista y constituye una ayuda invalorable dado que aporta más de 10.000 palabras al diccionario. De esta manera, con una pareja despareja, el film se transforma en una especie de empresa imposible, una aventura hacia lo desconocido cuya duración, tamaño de la obra, y la capacidad de los recursos para solventarla era desconocida.

La película avanza de una forma despareja, como desarticulada, confiando más en la disparidad de los caracteres y conflictos que describe que en las acciones que llevan a cabo. Su ritmo narrativo se vuelve confuso, cayendo a veces en la maqueta de los personajes. El de Gibson termina siendo un gran héroe. El de Penn un antihéroe, mientras que los profesores de Oxford, quienes paradójicamente encargan y pagan por el por el trabajo, parecieran ser los presuntos villanos de la película. Algo que no tiene mucho sentido pero que tiene que ver con la necesidad de evitar caer en confusiones estructurando el relato en forma clásica.

Para hacer más complicada la cuestión, tanto Murray como Minor eran descendientes de irlandeses, lo cual, el dialogo con los eminentes profesores de Oxford se hacía más difícil. Acá aparece una especie de choque de clases entre dos hombres de pueblo y la aristocracia de la Magna Casa de Estudios.

El film avanza a los tropezones pero avanza, tratando de transformar esta historia en una aventura del conocimiento. Lo logra parcialmente dado las características tan extrema de los personajes presentados y sobretodo la dificultad de transformar en apasionante la simple historia de una recopilación de palabras.

Pero a pesar de dichos altibajos (y de algunos problemas de producción que se comentan en la post data) el film sale a flote, tal vez porque Gibson y sobre todo Penn, sacan lo mejor de sí mismos, contagian su entusiasmo por la empresa, y ponen sus mejores atributos actorales al servicio de lo que se está narrando, componiendo dos personajes inolvidables que seguramente a fin de año Hollywood tendrá en cuenta para su temporada de premios. El film termina siendo un canto a la perseverancia que se impone a la dificultad, y una exaltación a la fuerza de voluntad y el altruismo.

PD. Esta película es el resultado de una filmación tan complicada como el de la misma historia que finalmente termina contando. Según se sabe, el productor y director iraní Farhad Safinia, también productor de Apocalypto (2006), la película anterior de Gibson sobre la decadencia y caída del imperio Maya en México, es quien comienza el rodaje. Al poco tiempo, desinteligencias determinan su alejamiento. Se comenta que Gibson se hace cargo de la dirección del film, pero disconforme con los resultados obtenidos, deja el corte final en los productores de la misma, Nicholas Cartier y Gastón Pavlovich, destinando a Entre la Razón y la Locura, a tener posiblemente un destino de film maldito.
El nombre del director PB Sherman que aparece en los títulos es también un alias, tal como el famoso Alan Smithe, el director desconocido.

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