Metáfora cruel sobre una sociedad enferma (la Argentina),
la dupla guionista Duprat – Cohn (El Artista, 2008; El Hombre de al Lado,
2009), El Ciudadano Ilustre 2016, La Obra Maestra, 2018) vuelve a unirse para
construir un guión impecable sobre la realidad que vivimos.
La oportunidad hace al ladrón dice el refrán. Ciro, un ladronzuelo de pasacasetes, magníficamente
interpretado por Peter Lanzani, ve la oportunidad de un robo en un auto
estacionado en una calle de un barrio de Buenos Aires. La calle está desierta, no
hay nadie a la vista. Ciro se acerca sigilosamente a una camioneta y con suma
habilidad y destreza abre la puerta. De la misma manera opera para extraer la
radio pasacasetes. El robo esta consumado. No ha pasado más de dos minutos dentro
del vehículo cuando intenta huir con su botín. Sin embargo, no puede hacerlo.
Un mecanismo de protección le impide su salida. Ciro queda encerrado en la
camioneta.
El film, dirigido por Cohn, se transforma en la historia de
la pesadilla que comienza a vivir el ladrón. Es la historia del ladrón burlado.
Encerrado en el auto, mecanismos de protección activados le impiden la salida y
el escape. La película se transforma, entonces, en un verdadero masterpiece
sobre el encierro.
De hecho, Cohn encierra a Lanzani dentro de una 4 x 4. Durante
más de una hora de película que equivale a aproximadamente 3 días de encierro
en el film, y con una habilidad digna de todo elogio logra atraer la atención
del espectador sobre cada detalle de lo que le pasa al ladrón sin perder nada de
tensión ni interés en lo que está narrando. Room de Lenny Abrahanson (2015) y
Panic Room de David Fincher (2002) pueden ser modelos de este film argentino
que posee sus propios méritos.
El film es todo un desafío, tanto para el Cohn, como
director como para Lanzani, como actor, cuya actuación sin lugar a dudas es
consagratoria. Cohn logra mantener la atención permanente durante esa hora de
encierro, de aislamiento en la que el ladrón solo toma contacto visual con la
realidad que lo circunda donde unos vidrios polarizados lo vuelven invisible. Nadie
lo ve. Nadie puede ayudarlo.
El trabajo de Cohn es minucioso. Sigue al actor desde
diferentes ángulos que no solo muestran una destreza fotográfica notable sino
que contribuyen perfectamente a la situación de desesperación por el encierro, la
falta de comida y sobre todo de agua que van mellando la fortaleza del ladrón.
Hasta aquí, como ejercicio de estilo, el film ronda los 10
puntos. Pero la situación se vuelve insostenible y en consecuencia los
guionistas deciden liberar un poco de presión y distender la trama. El film comienza
a caer porque cuando la ficción se torna realidad, la dupla Cohn – Duprat se
asusta de lo que han construido y aparece la idea de ajusticiamiento por mano
propia.
El fantasma del ladrón carilindo como víctima de una sociedad
injusta e insensible se instala en la pantalla. Por lo tanto, el film bira
violentamente y ensaya un final políticamente correcto que tranquiliza a toda
la audiencia pero que sin lugar a dudas no parece dar la solución al problema
social que describe dado que ni la cárcel ni la puerta giratoria de la justicia
son soluciones a una sociedad que continua siendo incapaz de generar bonanza y
vive de espaldas al delito.
No obstante, en resumen, es un film cinematográficamente notable.
Un ejercicio de estilo impecable. Actuaciones de Lanzani y Brieba memorables.
Un guión bien escrito e interesante. Una puesta de escena riesgosa y bien resuelta.
Y un final que deja un sabor a poco, que parece de otra época donde reina lo naif.
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