
THE OTHER
FACE OF U.S.A.
Sean Baker, que el año pasado nos sorprendiera con esa
maravilla llamada “Tangerine”, regresa a la pantalla con su nuevo film Proyecto
Florida, que como el anterior, se inscribe en un línea de cine realista y que abreva en los
problemas de las clases sociales más bajas, contando historias de personajes
fronterizos.
En esta nueva oportunidad, el director neoyorquino que
parecía haberse afincado en California, reaparece en el Estado de Florida, en
la periferia de Orlando, donde están radicados los inmensos parques de Disney,
MGM, Universal y otros.
Su historia gira nuevamente en torno a seres marginales pero
las acciones están narradas desde la inocencia, la frescura y la vitalidad de
una niña de unos 6 años llamada Monee, hija de Halley, madre soletera que se
gana la vida robando baratijas y prostituyéndose para poder comprar algo de
comida y pagar un hotel rutero.
El film narra con encanto las correrías y travesuras de
Monee a la vez que va generando un gran fresco social del cual participan otros
pasajeros y sobre todo, Bobby, el Gerente y Capataz del Hotel donde se alojan,
que debe arreglárselas diariamente para que sus clientes, una población estable
de muy bajos recursos, paguen regularmente la tarifa.
Mientras el film avanza como la descripción de las correrías
de un pequeño grupo de niños, Baker va consolidando una pintura social que se
nutre de pequeñas estampas de la vida en ese Hotel repleto de marginados donde siempre
aparece la solidaridad como moneda corriente para poder enfrentar la vida.
El cine de Baker no descuida ni la historia que narra ni la
pintura social que realiza. Su visión siempre optimista observa soluciones
donde ante circunstancias marginales no deja de aparecer la solidaridad de la
gente. La presencia del Estado solo aparece frente al hecho policial o ante la
denuncia de la violación de la ley. No se ve una ayuda social que pueda
corregir abusos o la pérdida del rumbo de alguno de sus personajes. El realismo
de Baker no apela al golpe bajo ni al endulzamiento artificial de la historia
para hacerla más digerible. Deja que el espectador saque sus propias
conclusiones.
No hay duda que la película nos muestra esa otra cara de los
Estados Unidos que generalmente el cine de Hollywood se niega a mostrar. La
independencia del director lo lleva por caminos fronterizos donde aparece es
otra cara que sin ir muy lejos está en la periferia de ese mundo de cartón y
fantasía que mueve millones de dólares por día. Y lo hace con la pintura fresca
de un grupo de niños que mayormente pasan el tiempo jugando, mostrando su falta
de educación, sus ansias de imitación de los mayores, sus deseos de crecer
rápidamente y acceder a un mundo adulto de cual aún no parecen darse cuenta de
las dificultades que presenta.
Muy bien actuada por un grupo de actores niños y adultos no
profesionales liderados por un señor actor como Willem Defoe que asume el papel
del Gerente del Hotel. Su presencia es rectora, es la que marca el camino, el
que evita las desviaciones pero a su vez es la mirada protectora de alguien que
tiene conciencia social y conoce la vulnerabilidad del grupo humano que a su
torno desarrolla una vida periférica.
Sin lugar a dudas estamos ante una de las mejores películas
del año dotada de una enorme capacidad metafórica que nos deja pensando sobre
lo que hemos visto aún mucho después que la película haya terminado. Las
escenas que filma Baker con los niños, por su espontaneidad, hacen recordar a
aquellos films notables que fueron Saltando los Charcos de Karel Kachina (1971) y La Pivellina de Tizza Covi y Rainer Frimmel
(2009).
Un comentario aparte merece el final de la película, un
final absolutamente inspirado donde la presencia del Estado se hace presente tardíamente
ante una situación límite y la chiquilla intuye que tiene que intentar una
fuga. Allí, corriendo con el último aliento hacía del Magic Kingdom, observamos
que todo lo que reluce no es oro y algunas verdades están hechas de lo que
están hechos los sueños. Aquí aparece claramente la dualidad, la otra cara de
los Estados Unidos de América.